¿PREPARADA(O) PARA ABRAZAR TU DOLOR?
Caminanteespiritual llevamos algún tiempo hablando del dolor sin tocarlo. Tal vez es momento de mirar algunas de sus manifestaciones. El dolor es una herramienta que nos informa que algo no va bien y / o no va como queremos.
En el primer caso, es posible que duela algo en tu cuerpo porque te golpeaste o porque llevas tiempo ingiriendo algo que tu cuerpo no acepta…como podría ser, alguna sustancia, alimentos en mal estado y / o contaminados que pueden desencadenar alguna mala función de tu cuerpo.
El segundo caso, se refiere a eso que sientes cuando las cosas no salen como quieres.
Este dolor que te desgarra por dentro a veces resultado de una ruptura amorosa, el fallecimiento de algún familiar o amigo, la pérdida de un trabajo, una meta no lograda, un sueño no alcanzado, etc.
Esta sensación que en sus etapas iniciales la sientes como un hueco en el centro de tu pecho realmente es una invitación a la introspección. El punto central es que requieres del sufrimiento que te trae ese dolor que sientes para abrir el caparazón del EGO indicándote, igual que una señal de tránsito, el camino que en ese instante “debes” transitar, si y solo si quieres sanar.
Habitualmente, huimos del dolor, lo ocultamos de nosotros mismos y de nuestra gente. Nos escapamos de nosotros mismos ahogándonos con licor en algún bar, con la creencia que estamos ahogando el dolor que nos traspasa; o nos encerramos en el trabajo creyendo que ocuparnos con actividades de manera continua o perdiéndonos en las redes sociales terminara haciéndonos olvidar ese dolor.
La verdad es que esto es solo un pensamiento…una creencia que creemos que resuelve lo que sentimos siendo justo lo contrario. Lo que realmente estamos haciendo es enviar a la papelera de reciclaje todo nuestro dolor con la particularidad de que nuestro amoroso corazón que siempre sabe que es lo que requerimos para nuestro aprendizaje, en algún momento futuro, trae de nuevo ese dolor, justo en el momento que más lo necesitamos para seguir avanzando. En ese momento nos diremos y ¿porque siento esto ahora? ¿No sentía esto desde? Uy no… que inoportuno.
La idea es que tu cuerpo emocional está lesionado por ese dolor y te invita, una y otra vez, a que “sanes ese dolor” trayéndolo. La única manera, de sanarlo, es dedicando el tiempo que sea necesario para sentirlo, observarlo, abrazarlo sin juzgarlo. El porqué paso lo que paso y que te causa tanto dolor te ancla a él y no lo deja ir. Al hacerlo, poco a poco, el dolor se va diluyendo hasta integrarlo y esto significa que lo has aceptado tal cual es y entonces el sufrimiento desaparece porque ya no es necesario.
La pregunta que te haces es ¿qué pasa si no atiendo ese dolor?
Bueno pues aparte de experimentar un sufrimiento recurrente, que podría ser continuo. Tu cuerpo emocional se vale de una herramienta extrema que tiene a disposición y es entregarle ese dolor a tu cuerpo físico para somatizarlo con la forma de alguna enfermedad, para que definitivamente lo atiendas.
Ahora te invito a que le prestes atención a el dolor que sientes, justo, en el momento en que aparece. ”No lo pospongas”. Ese dolor igual que un moribundo reclama que lo atiendas y acompañes hasta el momento en que sigue su camino. Esto último es el primer nivel de compasión y el más importante… que es LA COMPASIÓN POR TI MISMA(O).
Durante el proceso del manejo del sufrimiento que nos causa el dolor, desarrollamos profundidad como seres humanos, construimos puentes de humildad y comprendemos lo que es la compasión.
Al final te sentirás liberada(o) y estarás al otro lado del dolor, del lado de la paz lista(o) para caminar tu siguiente aventura.
Nos vemos por el camino.