Hola #caminanteespiritual Se escucha mucho la expresión aceptar, sin embargo la aceptación que culturalmente enseñan esta manchada con él le toca (estas obligado)… en una única palabra se interioriza como RESIGNACIÓN.
La persona que se resigna se abandona, pierde su poder personal, y, al hacerlo, no construye, toma el papel de víctima y retrocede en su vida.
La resignación implica hacer las cosas porque toca, recibir las cosas porque toca, aguantarse porque toca y esto se convierte en una fábrica de emociones que no nos gustan, que generan sufrimiento y dolor y que tiramos en un tarro donde colocamos todo lo que no nos gusta, lo que no nos parece con todas las emociones asociadas “SIN ATENDER” sin prestarles atención, acumulándolas a lo largo de la vida.
Lo anterior implica la creencia de que porque las tiramos al nuestro tarro de basura emocional simplemente ya se resolvió, ya paso, se fueron y nos olvidamos de esto. Sin embargo, las emociones no atendidas, NO SE OLVIDAN DE NOSOTROS, en cierto momento se saldrán de ese tarro porque requieren ser atendidas (sanadas), no importan los años que lleven en el cajón del olvido, ellas regresan, una tras otra, con más fuerza y a través de situaciones diversas que recuerdan esa vieja sensación, y reclaman ser atendidas.
Mientras vivamos resignados a vivir con lo que no queremos, seguiremos acumulando emociones que siempre querrán ser atendidas.
La aceptación es mucho más simple, natural, sana y saludable. Aceptar es observar lo que sentimos, observar los pensamientos relacionados o no, sin cuestionarlos, sin buscar un porque, permitiéndoles ser lo que son hasta que se diluyan…
La enseñanza, el para qué de la experiencia, la semilla, se mostrara cuando la paz después de la aceptación, llene nuestro instante.
Nos vemos por el camino